El primer viaje de Sócrates, Emil Ostrovski

Editorial Nube de tinta

224 páginas, 14'95€

Me llamo Sócrates y siempre he sabido que soy adoptado. Pero hasta hoy, ignoraba cómo fue todo. Me llamo Sócrates y siempre he sabido que soy adoptado. Pero hasta hoy, ignoraba cómo fue todo. El día de su cumpleaños, mi padre biológico recibió la llamada de su ex: acababa de tener un hijo. Con una resaca de campeonato y en plena crisis existencial adolescente, fue corriendo al hospital. Su misión era, en teoría, entregarme a mis padres adoptivos, una familia de las de verdad, donde no me faltaría de nada. Pero cuando me vio, lo tuvo claro: antes, me llevaría a conocer a mi bisabuela Bob. La viejecita, por cierto, vivía en la otra punta del país...

A todos nos llega un momento en el que empezamos a reflexionar sobre el paso del tiempo y los cambios que se producen en nuestras vidas cuando dejamos de ser niños, empezamos a perder aquella bucólica idea de la amistad y el amor y de la noche a la mañana nos encontramos con unas responabilidades que no habíamos previsto. Así es como se siente Jack el día de su decimoctavo cumpleaños, cuando su exnovia le llama para decirle que acaba de dar a luz a su hijo.

Cuando leí la sinopsis tenía la sensación de que la historia sería narrada por Sócrates y que, por lo tanto, tendría un tono más infantil, pero realmente quien cuenta la historia es Jack, el padre de Sócrates, que ha decidido contarle a su hijo cómo fueron sus primeros días de vida.

¿Qué determina nuestro momento de actuar, si no la persona que somos en el momento previo a actuar, en el momento en que decidimos lo que hacer? La pregunta no es si tomamos decisiones, sino si tenemos control sobre quiénes somos cuando tomamos esas decisiones.

Como os he comentado antes, Jack se encuentra en el punto que separa la niñez de la madurez en la línea de su vida y tiene sus dudas existenciales. Por eso, cuando se entera de que ha nacido su hijo, su forma de pensar y de actuar cambia radicalmente y hace una locura: secuestra al bebé para llevarlo a conocer a su abuela Bob.

Ese es El primer viaje de Sócrates, un viaje en el que Jack, su amigo Tommy y Jess, la madre del bebé, tres jóvenes que todavía no tienen claro el rumbo de sus vidas, huirán de la policía para conseguir el objetivo de Jack.

Pero al caer, volamos, ¿verdad? Volamos en vertical. Es la paradoja del vuelo vertical. Caer es nuestra única manera de volar.

Durante esta aventura viven momentos divertidos y tienen conversaciones de lo más absurdas que nos sacan alguna que otra carcajada, aunque también hay momentos de ternura, de amistad y de reflexiones profundas que dan que pensar.

Eso sí, hay ocasiones en que Jack tiene unos diálogos puramente filosóficos y no me han terminado de convencer, ya que en mi opinión se iba un poco por la tangente (nunca he sido muy fan de la filosofía, el mito de la caverna, las reflexiones sobre el infinito y todas esas cosas).

En definitiva, he disfrutado bastante acompañando a Sócrates en su primer viaje acompañada de unos personajes tan auténticos. Ha sido una historia bastante divertida y entretenida, con un final agridulce y, a su vez, esperanzador.

Y si nos queda algo de tiempo, nos queda todo el tiempo del mundo.

Agradecimientos a Ingenio de comunicación por el ejemplar