El color de los sueños, Ruta Sepetys

Editorial Maeva

320 páginas, 18'90€

Josie Moraine, la protagonista de esta historia, sueña con un mundo muy distinto al que la rodea. Inmersa en los bulliciosos bajos fondos del Nueva Orleans de la década de 1950, ansía escapar y labrarse un futuro mejor.

Vive en un entorno muy particular, entre el burdel en el que trabaja su madre y la librería donde trabaja ella y en cuya trastienda duerme, en el colorista Barrio Francés. Josie encuentra en los libros el refugio donde albergar sus sueños, y la lectura se convierte par ella en la puerta a un mundo diferente. Además, los personajes tan variopintos que la acompañan, como Willie, la resuelta dueña del burdel, dura pero con un corazón de oro, Cokie, el jovial chofer mulato, o Patrick, su mejor amigo e hijo del propietario de la librería, hacen de esta novela una historia que, ante todo, infunde optimismo e ilusión por la vida.

Ruta Sepetys me conquistó con Entre tonos de gris, su primera novela, así que cuando vi que publicaron El color de los sueños dejé caer sutilmente a mi familia que lo quería por Navidad, ¡y así fue!

No sé por qué no lo había leído hasta ahora. Quizá por el miedo a llevarme un chasco, por la pereza de leer un libro en tapa dura (pesan para leerlos en la cama xD) o por el miedo a encontrar una historia igual a todas las demás. Pero aunque este libro está protagonizado por una joven de 17 años, no vamos a encontrar entre sus páginas lo de siempre. No son los típicos problemas de instituto, amistades y amoríos adolescentes y vestidos y fiestas de graduación. Es la historia de Josie, una chica que tiene una vida totalmente fuera de lo normal y que tiene que apañárselas ella solita para conseguir sus sueños.

El motivo de que la vida de Josie no sea normal es que su madre es prostituta, aunque eso no es lo peor. La madre de Josie es una maldita víbora sin corazón (no le deseo ningún mal, pero ojalá muera acuchillada en algún callejón de Hollywood). Es una mujer que sólo se mueve por dinero y es capaz de cualquier cosa por conseguir una joya o el dinero suficiente para cenar en un restaurante de lujo, aunque eso implique hacer daño a su propia hija (DE VERDAD, LA ODIO).

Por otro lado, hay personajes a los que le coges cariño enseguida, y es que la autora consigue que puedas visualizarlos y captar su personalidad con mucha facilidad. Son personajes que, aunque no tienen la misma sangre que Josie, demuestran que son su verdadera familia y están con ella en lo bueno y en lo malo.

Un día, cuando tenía catorce años, le conté que odiaba a Madre. "No la odies, Jo", me dijo. "Debes sentir lástima de ella. No es tan lista como tu. No nació con tu brújula, por eso vaga perdida, chocándose con todo tipo de muros. Eso da pena". Comprendí lo que quería decir, y me hizo ver a madre de un modo distinto. Pero ¿no había una regla que decía que los padres tenían que ser más inteligentes que sus hijos? No me parecía justo.

No es una historia con un final feliz en el que las cosas son difíciles pero al final acaban saliendo bien y todo es de color de rosa, no. A la protagonista le pasa una desgracia tras otra y, aunque pone todo su ahínco en intentar que las cosas salgan bien, no consigue solucionar todos los problemas que se le presentan. 

La sensación que he tenido al terminar el libro ha sido muy extraña. Como os he dicho, no es una historia con final feliz, así que me he quedado con la sensación agridulce de estar triste por lo que sucede pero con buen sabor de boca porque, a pesar de todo, Josie es capaz de enfrentarse a todas las barreras que se interponen en su vida. Sin duda, creo que esa es una de las sensaciones que experimentas tras leer un gran libro.

Tú tienes sueños y el potencial para hacerlos realidad.

Al leer esta novela sentirás rabia por las injusticias que suceden, amor por los personajes tan entrañables que aparecen y también te sentirás fuerte al empatizar con Josie, ya que ella demuestra que por muy mal que se pongan las cosas siempre hay una forma de salir adelante.