Orgullo y prejuicio, Jane Austen

Editorial Debolsillo

448 páginas, 11'95€

A lo largo de una trama que discurre con la precisión de un mecanismo de relojería, Jane Austen perfila una galería de personajes que conforman un perfecto y sutil retrato de época: las peripecias de una dama empeñada en casar a sus hijas con el mejor partido de la región, los vaivenes sentimentales de las hermanas, el oportunismo de un clérigo adulador... El trazado de los caracteres y el análisis de las relaciones humanas sometidas a un rígido código de costumbres, elementos esenciales en la narrativa de la autora, alcanzan en Orgullo y prejuicio cotas de maestría insuperable.

Jane Austen es una de las autoras que tenía pendientes y siempre había pensado que si leía algo de ella no sería Orgullo y prejuicio porque no me cae bien Keira Knightley y como ella es la actriz de la peli le tenía manía, pero sacaron esta preciosísima edición de bolsillo y no pude resistirme a sus encantos, así que me tocó tragarme el orgullo y los prejuicios (guiño guiño).

Lo cierto es que no conocía la historia en absoluto y esperaba que se tratara de un libro romanticón y empalagoso, así que cuando finalmente encontré la historia que había entre sus páginas fue una grata sorpresa.

Me ha encantado la forma en que Jane Austen ha descrito la sociedad de la época, mostrando la auténtica personalidad de los personajes y sus verdaderos intereses con una sutileza brillante. 

Sin duda, esta es una de esas novelas que dejan poso, con unos personajes inolvidables a los que aprendes a amar o a odiar a través de sus páginas.

Eso sí, yo calificaría este libro como una lectura densa. Con eso no quiero decir que resulte aburrida ni mucho menos, pero está escrita en un lenguaje bastante recargado y, al menos yo, tenía que concentrarme para no perderme entre tanta floritura. 

En resumen, Orgullo y prejuicio es una novela que demuestra que puedes enamorarte de quien menos te lo esperas y que no hay nada que debamos presuponer, ya que no siempre todo es lo que parece y eso puede hacer que esté en juego nuestra propia felicidad.