Todas las hadas del reino, Laura Gallego

Editorial Montena

480 páginas, 15'95€

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Un nuevo cuento de hadas protagonizado por un personaje tradicionalmente secundario; el hada madrina.

Una novela ambientada en un mundo de fantasía, que evoca a los cuentos clásicos de siempre, pero al mismo tiempo plantea un ahistoria diferente repleta de magia, aventuras e intrigas.

Camelia es un hada que lleva trescientos años ayudando con gran eficacia a jóvenes doncellas y aspirantes a héroe para que alcancen sus propios finales felices. Su magia y su ingenio nunca le han fallado, pero todo empieza a complicarse cuando le encomiendan a Simón, un mozo de cuadra que necesita su ayuda desesperadamente. Camelia ha solucionado casos más difíciles; pero, por algún motivo, con Simón las cosas comienzan a torcerse de forma inexplicable...

Sé que debo ser un bicho raro pero este ha sido el primer libro que he leído de Laura Gallego. Y bueno, ¿qué deciros? Iba con bastante miedo porque había oído hablar maravillas de ella y las expectativas altas a veces no son buenas, pero el libro me ha sorprendido gratamente y estoy segura de que volveré a leer más cosas de esta autora.

Este libro nos cuenta la historia de Camelia, un hada madrina que vive por y para sus queridos ahijados, que no siempre le piden cosas del todo imprescindibles y no son tan agradecidos como a ella le gustaría.

No me ha parecido que el personaje de Camelia tenga algo súper especial, de hecho, me ha parecido que es bastante normal, bastante humana, pero también pienso que es muy fácil entenderla y comprender sus cambios y su evolución a lo largo de la novela. Es más, creo que lo que le ocurre a este personaje puede hacernos reflexionar bastante sobre comportamientos de nuestro entorno y nos puede hacer entender qué les puede suceder a las personas que siempre dan y dan sin recibir nada a cambio.

[Que sepáis que estoy haciendo un gran esfuerzo conteniéndome de soltar algún spoiler, que lo sepáis]

Solo intento decirte que mantengas abierto tu corazón. No vale la pena obsesionarte con un amor ideal, pero tampoco debes descartar por completo la posibilidad de que puedas enamorarte en un futuro e alguien de carne y hueso. 

A pesar de que los capítulos son cortos, no es una novela que haya leído de forma demasiado fluida. 

Durante la primera mitad del libro no pasan cosas muy relevantes para el hilo principal de la novela, aunque hay bastante movimiento y conocemos a una gran cantidad de personajes. La verdad es que no he tenido la sensación de que fueran cosas de relleno, ya que cada personaje o situación era un guiño a uno de los cuentos de hadas que conocemos de toda la vida y me hacía muchísima ilusión encontrarlos. En la segunda mitad la trama da un giro bastante brusco y nos centramos más en la historia principal y en los cambios que sufren algunos personajes. Esta parte me ha parecido más oscura y tiene un aura de misterio que hace que no te desenganches de sus páginas. 

Porque, hoy por hoy, no parece haber suficiente amor en el mundo para dehacer todo el mal que han provocado su odio y su rencor.

Algo que me ha gustado mucho es que a veces tenía esa sensación de encontrar algo que era demasiado previsible pero a las pocas páginas se desvelaba ese misterio. Es decir, no se alargaba más de lo necesario algo que podía parecer fácil de adivinar para el lector, y eso es algo que he agradecido porque a veces nos dan bola durante un montón de páginas para decirnos algo que intuíamos desde el principio.

Si arrojas un jarrón al suelo, sus pedazos no volverán a unirse cuando tú desaparezcas. El mal que hacemos no puede ser deshecho: solo podemos tratar de compensarlo de alguna manera.

Sin duda, lo que más me ha gustado de este libro es la constante sensación de sentir que estás dentro de un cuento de hadas. La magia de los personajes y la estupenda ambientación de bosques encantados y reinos medievales te envuelven y te hacen sentir como si volvieras a ser un niño que sueña con seres y lugares fantásticos.

Y por supuesto, como en un buen cuento de hadas, tiene un final perfecto: para ser felices y comer perdices.

Muchas gracias a Montena por el ejemplar