Editorial Espasa
352 páginas, 19'90€
Esta novela es la historia de Mika, un joven titiritero que entretiene a niños y mayores del gueto de Varsovia logrando que olviden sus miserias. Cuando se descubre su talento, se ve obligado a actuar ante la tropas alemanas de ocupación.
Y esta novela es también la historia de Max, un soldado alemán destinado en Varsovia cuyas experiencias en Polonia y más tarde en el gulag de Siberia muestran una perspectiva diferente de la Segunda Guerra Mundial.
Cuando una de las marionetas de Mika llega a manos de Max, ésta acabará siendo un legado que pasará de generación en generación.
Todo lo que cabe en los bolsillos ha sido un libro con el que he tenido una relación de amor-odio. Como ya he comentado muchísimas veces, me gusta bastante leer novelas ambientadas en la Segunda Guerra Mundial (llamémosle masoquismo) así que empecé a leer este libro con muchísimas ganas e ilusión, pero no acabé de congeniar con el ritmo al principio de la novela y lo dejé estancado en la estantería durante más de un año, pero como soy bastante cabezota me obligué a terminar el libro y la verdad es que me alegro de haberlo hecho, ya que al final ha acabado por gustarme más de lo que esperaba.
El libro está dividido en tres partes. En la primera parte conocemos la historia de Mika, el titiritero. Al principio esta parte me resultó interesante porque vemos como empieza a formarse el gueto, aunque luego se me empezó a hacer bastante pesado porque no me acababa de convencer la forma en que estaba escrito y no conseguía acabar de meterme en la hitoria. En resumidas cuentas, empecé a aburrirme, a perderme en la historia y no conseguí empatizar nada con los personajes.
Pero luego llegó la segunda parte, que es harina de otro costal. En la segunda parte se narra la historia de Max, uno de los soldados que estuvo en el gueto y que tuvo cierta relación con Mika. La verdad es que me sorprendió muchísimo esta parte de la historia, ya que se explica lo que les sucedió a los soldados después del Holocausto y no era consciente de lo que les habían hecho pasar. Al principio pensé que tras todo el dolor que habían causado estos soldados durante el Holocausto todo sufrimiento era merecido, pero conocer a Max me hizo ver las cosas desde un punto de vista distinto. Llegué a sentir lástima por él y me di cuenta de que no era consciente de todo el dolor que llegaron a causar los alemanes. Realmente me abrumó llegar a sentir tanta empatía con este personaje, ya que sufría por él y deseaba que todo aquel infierno que tuvo que pasar terminara.
Por último, en la parte final de la novela vemos como, en cierto modo, las historias de Mika y Max se vuelven a entrelazar. También me pareció una parte bastante sorprendente y emotiva, aunque creo que se podría haber desarrollado un poco más para sacarle más partido.
En resumen, Todo lo que cabe en los bolsillos es una novela que no empecé con muy buen pie pero que al final consiguió llegarme al corazón. Me deja un recuerdo agridulce porque no ha sido una lectura totalmente satisfactoria pero me alegro de haberle dado una segunda oportunidad y haber conocido la historia de Max, sobretodo porque me enseño ciertas cosas que desconocía de la Segunda Guerra Mundial.
Agradecimientos a Espasa por el ejemplar